sábado, julio 27

Rafa Marín: “Este verano me metí en la ducha, miré los cuerpos de mis compañeros y vi que tenía que vencerme” | Fútbol | Deportes

Rafa Marín, central del Alavés cedido por el Real Madrid. Hijo de Farito y Mari, de un barrio sevillano de unos mil habitantes, Guadajoz. “Un lugar tranquilo, con gente muy humilde, rodeado de naturaleza”, describe el bucólico defensa, que cumplirá 22 años el próximo domingo y que este martes (21.30 horas, DAZN) espera debutar en el Bernabéu, su casa de entrenamiento. Su nombre figura entre los candidatos a regresar tarde o temprano a la Juventus una vez finalice el Erasmus, que este año le ve en Vitoria como fijo en el Luis García Plaza.

¿Es cierto que tus padres no querían que fueras a Madrid? «La gente lo lee y se pregunta: ‘¿Cómo es posible que no quieras eso?’ Pero es una situación complicada si no la vives. Yo tenía 14 años y hay que ponerse en su lugar: separarse de un niño y mandarlo a una gran ciudad. Mi familia, que es muy humilde, tiene. «Nunca salimos del campo sevillano siempre hemos estado muy unidos», afirma el defensa, que rastrea con orgullo las huellas de sus orígenes.

Mis padres siempre han trabajado en el campo, con lo que ganaban, y hicieron un gran sacrificio por mí.

“Cuando jugaba en el equipo local, en la cantera, tuve que ir al Sevilla, a otro club, para darme a conocer. Esto requirió mucho esfuerzo para mi familia. Había una hora para ir y otra hora para regresar, todos los días. Mi padre y mi madre trabajaban. Mi padre siempre estuvo en el campo, pase lo que pase. También de yeso o tiza de panadero. Mi madre tuvo un accidente, se cayó de un árbol mientras estaba parada en una escalera, se cortó bastante con la espada y ahora está jubilada. Pero ahí, gracias a esos viajes, pude lucirme y el Sevilla me fichó para el filial el primer año”, recuerda el central a través de una videollamada.

Rafa Marín llegó a Valdebebas en 2016 tras dos temporadas en el filial del Pizjuán. Indiscutible para Raúl en el Castilla en los dos últimos años, la falta de ascenso a Segunda División le empujó definitivamente a demostrar su valía en la élite, siguiendo el protocolo del Real Madrid con los jugadores jóvenes: actuar primero fuera de casa antes de jugar en el Bernabéu. “Me sentí preparado. Necesitaba descubrir el fútbol de Primera División. Tienes que trabajar duro, mejorar, hacerte fuerte mental y físicamente y, si te llaman en el futuro, aprovecharlo», desarrolla el central, que evita cualquier pregunta sobre la posibilidad de fichar por los bianconeri el próximo verano. «Estoy en deuda con el Real Madrid. Así son las cosas. Ahora estoy cedido en el Alavés», afirma. Para Carlo Ancelotti, como comentó el lunes, «es una experiencia importante antes de un posible regreso».

Necesitaba descubrir el fútbol de Primera División. Hay que trabajar mucho y, si el Real Madrid te llama en el futuro, aprovecharlo.

Por el camino, su mayor sorpresa y cambio de chip tuvo que ver con su físico. No olvida el momento exacto: «Llego a la pretemporada, a Benidorm, me meto en la ducha, todos mis compañeros se quitan la camiseta, me miro y digo: ‘No, esto (su cuerpo) no’. No se ajusta a lo que hay allí, él está en el vestuario, así que me castigaré, de lo contrario las cosas serán peores de lo que me gustaría. Hoy ya me parezco un poco a ellos. He mejorado”, confiesa Marín. “He ido a un nutricionista, he estado comiendo bien y me gusta mucho mi dieta porque no es mucho más estricta. aunque cosas sanas, con sabiduría tengo mi tabla y peso todo crudo y también hice muchas sesiones dobles por la tarde voy al gimnasio un par de horas más. Tenía que mejorar este aspecto. «Los futbolistas son cada vez más deportistas», explica con convicción el central del Alavés, de 1,90 m de altura.

Independientemente de lo que dicte el futuro inmediato, el central cree que su carrera “va por el buen camino”. Con los vascos fue el plato fuerte de una salvación conquistada cuatro días antes. “Se puede decir que nos sorprendió, pero luego viendo el equipo que tenemos, formado por gente que trabaja duro, no. Éste era el secreto: el grupo. La gente, no los jugadores. «Aquí nadie cree que valgan más que los demás, ya se nota», afirma el central.

La clave para el Alavés fue el vestuario; personas, no futbolistas. Te equivocas y no te dicen nada

Reconoce que tuvo sus avisos al principio -“miedo entre comillas”- de ver cómo se encontraba en “un vestuario diferente, con jugadores adaptados a Primera División”, pero ese miedo pronto se le fue. “Aquí te equivocas y no te dicen nada. Al contrario, te animan”, subraya. Además, había que hacerlo al ritmo de la categoría. Y luego el placer de una simple victoria o incluso de un empate en casa. “Antes ganaba y estaba feliz, pero eso es todo. “Aquí es una fiesta”, advierte.

Después de conseguir objetivos personales y grupales esta temporada con el Alavés, ahora le toca no descuidarse por el «sueño» olímpico. “Lo pienso mucho, no soy conformista”, concluye Rafa Marín.

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