sábado, julio 27

Alacrán 1997, un objetivo para conseguir la igualdad de oportunidades a través del fútbol en Madrid | Fútbol | Deportes

Cuando faltan unos minutos para las cinco de la tarde, la puerta de la Escuela Filosófica Séneca de Hortaleza empieza a llenarse de padres. A medida que pasa el tiempo y se acerca el cambio de tiempo, las diferentes conversaciones, que antes se escuchaban con claridad, se convierten en un murmullo general a medida que cada vez más gente se acerca a la pequeña puerta naranja que da acceso al patio del colegio. Lo que resulta difícil de entender desde lejos revela que las conversaciones de los presentes giran en torno a sus hijas: anécdotas del colegio, el último episodio gracioso o la última enfermedad de la que se recuperaron. Todos llevaron a sus niñas, de ocho y nueve años, al entrenamiento de fútbol de Alacrán 1997, una asociación sin ánimo de lucro dedicada a promover, a través del deporte, el desarrollo personal y social de los niños, especialmente de aquellos que se encuentran en situación de riesgo o vulnerabilidad. . A las cinco suena la campana, se abre la puerta metálica y empieza el fútbol.

La entrenadora del equipo, Montserrat Velarde (36 años), les acompaña hasta el campo de fútbol cubierto situado en el patio, que en cada extremo tiene una portería con postes pintados de rojo y blanco y redes perforadas por las porterías receptoras. . Montse, como le gusta que la llamen, proviene de una familia con gran tradición futbolística, pero como a muchas otras niñas de su época, sus padres no le permitieron practicar este deporte: “Mi padre era entrenador de fútbol, ​​mi hermano también Jugaba y mi tío vino a entrenar al Rayo Vallecano, pero no me dejaron jugar, porque era niña y porque era la pequeña de la familia», recuerda Montse, que de pequeña se cubría los moretones cuando regresaba a casa. para que sus padres no se enteraran de que había jugado al fútbol en alguna fiesta.

Montserrat Velarde, entrenadora del equipo Benjamín de la asociación Alacrán 1997. Jaime Villanueva

Como consecuencia de su historia personal, Montse apuesta por eliminar este tipo de barreras para sus dos hijas, de siete y nueve años, que también forman parte del filial de Alacrán 1997. Desde su trinchera, celebra la visibilidad que tiene el fútbol femenino. viene ganando en los últimos años: “Cada vez las chicas tienen más referentes femeninos y los chicos ven cada vez más el fútbol femenino, hay un cambio de mentalidad importante. Ahora mi padre, que no me dejaba jugar, viene a visitarnos y le dice a mi hija «desayuna fuerte porque tienes un juego», dice mientras se le iluminan los ojos. “Soy voluntaria aquí y es un sacrificio, pero mi recompensa es ver a mis hijas divertirse como yo nunca pude a su edad”, afirma alguien que confiesa haber recibido ofertas de trabajo de otros equipos. “Me ofrecieron un trabajo fuera de Alacrán, haciendo lo mismo que hago aquí, solo que con un salario. Pero aquí están mis hijas y, además, si me pagaran por hacer esto no creo que lo hiciera”, concluye Montse, que complementa su pasión con un trabajo en una compañía de seguros.

Rubén López (45 años), coordinador de la entidad, explica que una de las tres principales consignas de Alacrán 1997 es contar con dos equipos, uno femenino y otro masculino, en cada una de las once categorías que operan, que van de seis a dieciocho. años. La segunda consigna es que los menores que quieran incorporarse al equipo puedan hacerlo sin que sus padres tengan que pagar una cuota: «Los socios coincidieron en que nunca sucederá que alguien que no tiene dinero para pagar se quede sin jugar al fútbol». dice López, quien junto a un grupo de jóvenes amigos, iniciaron el proyecto formativo hace trece años, con el objetivo de «devolver algo al barrio» en el que crecieron. La tercera consigna es que todos aquellos que quisieran formar parte de la estructura de Alacrán 1997 debían hacerlo como voluntarios. Actualmente son 40 personas las que, sin percibir salario, desempeñan tareas administrativas, operativas y de gestión técnica dentro de la asociación.

Para que el proyecto mantenga estas tres características -igualitaria, gratuita y voluntaria- la financiación externa es esencial. Según López, la asociación intenta financiarse con loterías de Navidad, mercadillos solidarios y donaciones de los propios socios, pero esto sólo constituye el 15% del presupuesto anual. El 85% restante, con el que se sustentan los gastos de funcionamiento, se alquilan estructuras y se compran balones y ropa, proviene del exterior, tanto del sector público como del privado, del que la Fundación La Caixa es uno de los principales promotores. Joana Prats, directora de relaciones con entidades sociales de la fundación, subraya que el proyecto Alacrán 1997 fue elegido entre varias propuestas porque promueve «la actividad física, la inclusión social, la vinculación con el territorio, la implicación de las familias y la educación informal».

López contribuye profundizando en este último aspecto, subrayando que a algunos jugadores de las categorías mayores, de 14 a 17 años, que ven cualidades de liderazgo y comprensión del juego, también se les ofrece la oportunidad de formarse para obtener la certificación como entrenadores. “Siempre es importante tener una oportunidad laboral. Aunque no se dediquen a esto, es bueno que todos sepamos cómo obtener un ingreso extra en algún momento de nuestra vida”, dice la coordinadora. Una de estas estudiantes excepcionales es Irina Sanseroni, de 16 años, con con quien basta intercambiar unas pocas palabras para dar fe de la madurez que he adquirido: “Nunca había formado parte de un equipo de fútbol, ​​porque mi familia no podía permitírselo, hasta que llegué a Alacrán. Aquí aprendí que «Hay que luchar por los objetivos, por muy lejanos que parezcan», afirma la que formó parte de las categorías menores y que ahora acompaña a Montse durante los entrenamientos del Benjamín femenino. «Intento pasar a la a los más pequeños los valores que he aprendido”, concluye entusiasmado.

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