sábado, julio 27

De FOMO a JOMO: por qué es importante desconectar y aprender a extrañar cosas | Tecnología

Es imposible cuantificar la cantidad de contenidos presentes en las redes sociales que recomiendan el restaurante de última moda, el imperdible «plan gratuito» o los mejores lugares para visitar en cualquier ciudad del mundo. Cada día surgen miles de nuevos vídeos, publicaciones e historias de Instagram con este tipo de sugerencias, que llevan años intentando seducir a los usuarios de diferentes plataformas.

De este fenómeno nació un término para describir la necesidad de estar consciente de todo lo que hacen los demás: FOMO, acrónimo en inglés. miedo a perder, lo que se traduce como miedo a perderse algo. Ahora, sin embargo, cada vez más usuarios se rebelan contra esta tendencia, que varios estudios han demostrado que es perjudicial para la salud mental, y han decidido abrazar la tendencia contraria, rebautizada como JOMO (acrónimo en inglés). alegría de perderse: alegría o disfrute por la falta de algo).

“No debemos tener miedo de perdernos algo, sino más bien disfrutar de la simplicidad y la concentración que nos ofrece una buena vida humana. Hagamos lo que hagamos, siempre nos faltará algo, por lo que intentar hacerlo todo es una idea descabellada”, explica Sven Brinkmann, psicólogo y filósofo danés, autor del libro. La alegría de perderse. El divulgador, que en su libro promueve la necesidad de salir de la rueda frenética que imponen las redes sociales, insiste en la idea de que hacer demasiadas cosas no siempre es sinónimo de felicidad. “Muchas investigaciones psicológicas han demostrado que las personas son más felices si tienen menos opciones para elegir. Esto es lo que se llama la paradoja de la elección. «Si aprendemos a perder algo, hay más posibilidades de que seamos felices con lo que tenemos, en lugar de querer siempre más».

Aunque ambos nombres se han utilizado principalmente para describir las dos tendencias en relación con la adicción a las redes sociales -el hashtag JOMO acumula más de 54 millones de visitas en TikTok, mucho menos que el más popular FOMO, que cuenta con alrededor de 880 millones-, Brinkmann subraya que estos Son “fenómenos existenciales” que van más allá de la tecnología. “Más bien, FOMO se refiere a la necesidad de estar donde todo sucede, experimentar y vivir al máximo. Se convierte en una búsqueda que nunca podrá tener éxito, porque siempre hay más que ver y hacer”, afirma.

“Cuando queremos incluir tantas cosas en el día que no van bien terminamos sintiéndonos ansiosos, frustrados, culpables de no poder hacerlo todo”, explica la psicóloga clínica Patricia Ramírez, conocida en las redes sociales como @patri_psicologa . «Las personas que eligen JOMO toman la decisión deliberada y consciente de que no tienen que serlo todo y pueden llevar una vida plena y significativa, incluso si no viajarán a todos los países ni experimentarán todas las cosas». comidas del mundo o no está en todos los restaurantes, en todos los rincones más lindos y en todo lo que la gente enseña en las redes hay que visitar”.

Saturación de contenido

Así, los vídeos de noches de discoteca que terminan con el amanecer en la playa son sustituidos por vídeos de personas que se quedan en casa el viernes por la noche. Hay cientos de vídeos en TikTok que utilizan el mismo audio y muestran escenas de la vida cotidiana. «Honestamente, mi característica más tóxica es que no tengo FOMO, estoy feliz de perderme algo», escuchamos en una de esas publicaciones que le indica a una mujer que ponga una taza de té en la mesita de noche mientras se prepara para leer. cama. ..

“Vivimos en una época de autoconciencia, donde muchas personas se han dado cuenta de que estar constantemente conectados e intentar emular lo que ven online no les hace felices”, afirma la psicóloga sanitaria Alicia Banderas, que estudia el efecto que tienen las redes sociales sobre salud mental. Los datos le dan la razón. Un estudio de 2017 de la Sociedad Real Británica de Salud Pública muestra que cuatro de cada cinco jóvenes dicen que usar Instagram empeora sus sentimientos de ansiedad. En España, el 25,9% de las chicas y el 20,5% de los chicos de entre 14 y 18 años admiten hacer un uso «problemático» de Internet, capaz de afectar a su autoestima y bienestar.

«Hay por tanto gente que decide desconectar y que ha encontrado en JOMO una manera de alejarse del bullicio de las redes», explica Banderas. Sin embargo, esta psicóloga también alerta contra los vídeos de autoayuda que aumentan esta etiqueta en las redes sociales con contenidos que predican la necesidad de perder cosas, mostrando apartamentos deslumbrantes y preparando café con una máquina de alta gama. «Esto también acaba convirtiéndose en tendencia, aunque la idea inicial era precisamente alejarse en busca de la sencillez».

Para Patricia Ramírez, sin embargo, no es contradictorio que JOMO, como otros fenómenos populares entre los jóvenes en el pasado, tenga tanta presencia en las redes sociales. “Practicar JOMO no significa dejar de utilizar las redes sociales, sino filtrar contenidos para encontrar sólo lo que realmente nos interesa, en lugar de consumirlo todo indiscriminadamente. Además, recién hoy las redes se han convertido en uno de los mayores canales de información. Es normal enterarse de estos fenómenos en Instagram o TikTok”, explica el especialista.

La virtud de limitarse

Sven Brinkmann también subraya que cuando hablamos de FOMO a menudo escuchamos la objeción de que la necesidad de no perderse nada, de querer hacer y experimentar tanto como sea posible son inherentes a la naturaleza humana. “Es un malentendido. Durante gran parte de la historia de la humanidad no hemos vivido con la filosofía de “más y más”. Más bien, era una virtud limitarse. Es algo que vemos en la mayoría de las ideas filosóficas y religiosas de todo el mundo. Sin embargo, con la llegada de la sociedad de consumo la situación se invirtió y se enseñó a la gente que el sentido de la vida es consumir tanto como sea posible”, replica Brinkmann.

Pese a esta saturación de contenidos, los expertos reconocen que en la mayoría de los casos el FOMO es una fase transitoria, que casi automáticamente da paso a su contraparte positiva. “Llega una edad, con la madurez, en la que tienes la capacidad de decidir qué quieres o no quieres en tu vida: qué valores son importantes. Y es entonces cuando piensas que está bien perder cosas y que te alegrará saber que decidiste rendirte y que no lo conseguirás todo. Llegar a esta conclusión ya nos relaja”, subraya Ramírez.

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