sábado, julio 27

Netflix Slam 2024: Alcaraz vence a un meditabundo Nadal en el ‘bolo’ de Las Vegas | Tenis | Deportes

Una tarde picante en Las Vegas, con dos grandes protagonistas y en el medio Netflix, presente en casi 200 países y con casi 250 millones de suscriptores, una de las reinas de las plataformas y ahora lanzada en el sector deportivo. Demasiado jugoso para dejarlo escapar. Sobre la alfombra oscura del Michelob Ultra Arena del casino Mandalay Bay, Rafael Nadal y Carlos Alcaraz, dos épocas diferentes, debaten sin mostrar los dientes; cerrando uno y entrando en el otro. Es decir, artillería pesada aunque el episodio sea una exhibición. La balanza finalmente cae a favor del joven murciano en el tie-break, con suspenso, como toda buena producción: 3-6, 6-4 y 14-12, tras poco más de dos horas de juego. Ambos se están preparando para su capítulo de Indian Wells, que comienza esta semana. Lo hacen con un trasfondo muy diferente. Allí, en el Valle de Coachella, el de El Palmar se presentará con todo su brío y toda su juventud, mientras el de Manacor sigue librando su última batalla.

12 mil aficionados en la pista y dos maneras de entender el evento. Más recreativo Alcaraz, pura generación Z: diversión o nada. A pesar de haberse torcido el tobillo derecho la semana pasada, se mueve con gracia de aquí para allá, ligero, como una bailarina de goma. Cuando es golpeado queda suspendido en el aire y ese cuerpo que roza la perfección -fibroso y resistente, delicado y poderoso al mismo tiempo- levita por unos instantes. Sus cuádriceps destacan en los soportes y llaman con fuerza la atención del espectador de la cuarta fila: «¡Parece un caballo!» Todavía es un potro, pero tiene mucho desplazamiento y su cuerpo se contornea con una elasticidad sorprendente cuando sale a perseguir la pelota. Ya sabes, a veces incluso se desconecta. Pero esta vez se lo puede permitir. El espectáculo manda, él siempre lo defiende, y en la escena de Las Vegas más aún.

Muy celebridad, demasiada distracción involucrada. Fijaos bien en Pau Gasol, un par de asientos al lado de Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones; La madrileña Blanca Suárez intercambia impresiones y Charlize Theron toma asiento cuando comienza el partido. El bueno de Carlitos, claro, se dispersa, pero la seriedad de Nadal en su actuación le llama al orden y contiene la tentación. El mallorquín, que cumplirá 38 años el 3 de junio, es otra historia estos días, luchando con su físico e intentando volver al circuito para poder despedirse como es debido, por lo que controla cada gesto y cada paso, seguramente reprimido porque Me gustaría ponerme más en marcha y la realidad lo desaconseja. Prudencia, prudencia y más prudencia. Aun así, podrás disfrutar de varios de sus disparos en forma de latigazo; especialmente con ese pasador demoledor que dispara cuando destroza su primer punto de partido.

Nadal no pierde la mano y mucho menos el instinto, pero en los últimos días se nota en su rostro la ansiedad interior, la de quien tiene que decir adiós contra su voluntad. Si fuera por él jugaría toda su vida. Sin embargo, hoy son todas incógnitas. Ni siquiera él mismo sabe cuándo será el resultado, afirma. Tampoco ha podido correr esta temporada: tres partidos, hasta que el cuerpo se lo impidió en Brisbane; una más que el año anterior y, en lugar de disminuir, el número de solicitudes creció. El presente es claro: el fin está sobre nosotros y él sigue haciendo todo lo posible para volver a encarrilarse. Ganando o no, pero sobre el terreno de juego. Hoy, cada intervención del mallorquín hay que saborearla como si fuera la última, y ​​por eso toda su familia le apoya desde la grada, con su hijo en brazos de la mujer.

Hace todo lo posible en la maniobra de servicio, siempre arriesgada para músculos y tendones, y lógicamente cuesta salirse en la salida. Esta última pausa le ha pasado factura, pero aun así prospera con la misma grandeza de siempre. Ni David Ferrer ni la nadadora Ona Carbonell, la esquiadora Lindsay Vonn ni el jugador de ataque Colin Kaepernick, el hombre que se arrodilló contra el racismo en 2016. Todos comentan y agradecen la resolución, y el miedo se dispara cuando un espectador sufre un accidente y la acción se interrumpe. Los dos tenistas se interesan por ella y así, Alcaraz, que inició el set, tiene contra las cuerdas al balear, pero serán necesarios cinco intentos para derribarlo al suelo. Hasta el epílogo, Nadal siempre será Nadal.

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