sábado, julio 27

Jon Rahm: Jon Rahm, nacido para conquistar | Deportes

Jon Rahm tiene un ego que ni siquiera cabe en todo Bilbao, argumentan sus críticos, los mismos que le tachan de traidor o hipócrita, pero es precisamente ese ego, ese deseo absoluto de destacar sobre los demás el que tiene eso lo ha convertido en el abanderado, la bandera, de la locura calculada de Arabia Saudita en su plan megalómano para convertirse en el imperio deportivo mundial. Y todo ello vale más, para él y para medir su importancia en la bolsa del deporte mundial, al más alto nivel, que el peso económico de los 500 millones de euros que recibirá por su deserción del antiguo PGA Tour.

Sólo a un jugador en su mejor momento se le ha ofrecido esa cantidad. A Woods se le ofreció más. Pero ya no es un jugador. Es un símbolo. Rahm es único.

Ningún deportista español podría llegar tan lejos, tan alto único alrededor del cual gira el mundo. Ni siquiera Rafa Nadal, de inigualable trayectoria y fama universal, pero siempre uno más en la santísima trinidad del tenis con Federer y Djokovic, ni siquiera el Fernando Alonso de sus mejores años o Pau Gasol.

No se trata de fama, popularidad o atraer fans. Se trata del nuevo orden deportivo mundial. Sentado a la mesa del príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, y pidiendo parte de su caridad, no pueden faltar Cristiano Ronaldo o el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, e incluso el presidente del COI y dueño de los cinco anillos de los Juegos, formación: atletas olímpicos, Thomas Bach . En esa mesa ya se sienta un deportista español.

Nadie duda de que si Rahm ha cruzado la frontera con el Circuito LIV, la PGA se quedará sin arsenal para defender su territorio y se verá obligada a llegar finalmente a un acuerdo con los patrones saudíes, dueños del universo, y sus representantes deportivos. . monarcas. Tal importancia ha adquirido el golfista de Barrika (Bizkaia) en la estrategia geopolítica global del deporte.

Rahm, 29 años, dos Majors, un Masters y un Open de Estados Unidos, otras numerosas victorias en el circuito y en la Ryder Cup, y un carisma que ni siquiera Rory McIlroy, el otro macho alfa del golf mundial, puede igualar, está una rareza en el deporte español. Vino para acabar con el halo romántico que siempre ha rodeado al padre fundador del golf español, Seve Ballesteros, el mayor genio de la historia del deporte español, un personaje cuyo peso en la evolución de su deporte, en su revolución, es nadie, ni siquiera Tiger Woods o Jack Nicklaus, pudieron igualarlo, un ser único, arrogante y humilde, con más alma de artista que ombligo de aspirante a dominar el mundo, más proclive a lanzarse a batallas perdidas de antemano. que subirse al carro del ganador seguro con cálculo. . Su heredero, José María Olazabal, se alegraba cuando jugaba sin publicidad en su gorra o niki, como si el peso de las pegatinas y los anuncios fuera insoportable. Rahm siempre ha sido otra cosa, un líder de la generación Z, la que no tiene miedo a perder pero tampoco a ganar, que se fue de casa siendo un niño y sin saber inglés para crecer en la Universidad de Phoenix, y allí, quizás, descubrió, testarudo y convencido, que había nacido para conquistar.

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