sábado, julio 27

Roland Garros 2024: El puño de Swiatek espera a Paolini, la última sorpresa | Tenis | Deportes

Los hechos demuestran que el circuito femenino va configurando poco a poco un nuevo estatus, suavizando los vaivenes de los últimos años y proponiendo un nuevo panorama más estable en el que el tridente formado por Iga Swiatek, Aryna Sabalenka y Coco Gauff practica con fuerza y ​​consigue el diferencia semana tras semana. Gobiernan, especialmente los dos primeros, y los demás que les siguen, raspando lo que pueden; tal vez Rybakina, tal vez Jabeur, ocasionalmente Pegula, Sakkari, Collins o Vondrousova. Hay trampa, pero el polaco (23 años), el bielorruso (26) y el estadounidense (20) están progresando y destacando, sobre todo en las grandes ligas. Desde hace un año, aquí está la lista de campeones: Swiatek (París), Vondrousova (Wimbledon), Gauff (US Open) y Sabalenka (Open de Australia).

Sucede, sin embargo, que a pesar del poder emergente y la nueva apariencia del podio, siguen sucediendo hechos extraordinarios, este último en Roland Garros. Pocos, salvo quienes los siguen en profundidad, habrán oído hablar de Jasmine Paolini, una tenista que a sus 28 años ha completado un meritorio viaje en las sombras hasta el punto de perseguir al 10 mejores, un espacio que ahora descubres. Su palmarés refleja un par de títulos -uno muy discreto en Portorož y otro mucho más importante en Dubai este año- y su carrera hasta el momento ha expresado una trayectoria anodina en tierra batida. Nunca había superado la segunda ronda en el Bois de Boulogne ni había ganado seis partidos seguidos en tierra batida. Sin embargo, aquí está.

“Soñar es lo más importante”, afirma tras derrotar a la jovencísima Mirra Andreeva (17) en 73 minutos (6-3 y 6-1) y llegar por primera vez a la final de un torneo. mayor que, siguiendo los pasos de sus compatriotas Francesca Schiavone (campeona en 2010 y finalista en 2011) y su compañera de dobles, Sara Errani (subcampeona en 2012). “Soñar es lo más importante en el deporte y en la vida, y yo había soñado con este momento, que me llegó más tarde que otras chicas”, continúa la jugadora, nacida en Castelnuovo di Garfagnana, en Toscana. Y así es. Se trata de una aparición tardía, en consonancia con el excelente momento que vive el tenis italiano.

Entre los chicos destaca Jannik Sinner, y su país se jacta del vuelo adquirido recientemente; Entre los olivos, la pasta, toda la historia y los monumentos, proliferan nuevos jóvenes talentos (Musetti, Arnaldi, Sonego, Cobolli…), que se afirman sobre la base de la competitividad – final en la última Copa Billie Jean King – y el orgullo de Cocciaretto (23), Bronzetti (25), Trevisan (30) y hasta el veterano Errani (37). Ahora nadie contaba con Paolini, ahora séptimo en el campeonato mundial y también desafiante para el formato; su altura de 1,63 – según la WTA; En cierto momento, se le escapó 1,60 m: representa una anomalía en una modernidad en la que las mujeres profesionales tienden a medir 1,80 m más que cualquier otra cosa. La era de las torres.

“Por supuesto que me gustaría ser más alta, pero me acepto tal como soy”, dice, mientras Swiatek espera el resultado el sábado (15.00 horas) afilando su guadaña. Inabordable, la número uno ya se deshizo de Gauff (6-2 y 6-4, en 1h 37m) y luce inmensa, en su tercera final consecutiva en París, la cuarta desde que se presentó en el torneo en 2019 con la firme intención de tomar posesión de él, como lo hizo su idolatrado Rafael Nadal. Sigue la estela de nombres ilustres como Evert, Navratilova, Graf, Seles, Arantxa, Henin y Sharapova, que también lograron disputar tres finales consecutivas. Todo parece volver a ella, pero ahí está Paolini y su sonrisa.

“Está en su mejor momento, pero no he visto sus partidos así que no puedo decir mucho. “Me centraré en mí mismo”, afirma el polaco, tres veces campeón y muy confiado. No hay duda.

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